En un tiempo en el que los pastores abandonaban los pueblos y marchaban a extremar, las mujeres celebraban reuniones nocturnas al calor de una vieja chimenea acampanada. Estos son los "trasnochos", momentos en los que se relataban viejas historias y leyendas que la memoria no ha podido enterrar mientras se cosía, hilaba y cardaba la lana. Aquí va el nuestro en particular...
El final del invierno y el renacer cíclico del mundo vegetal se plasma en la mentalidad popular con la consumación de toda una serie de ritos y ceremonias encaminadas a propiciar la abundancia de las cosechas y el nacimiento de nuevas crías para la cabaña ganadera. Es por ello que en mayo, y en alguna ocasión en fechas más tardías que enlazan con el verano, en buena parte de Europa es costumbre festiva plantar un gran árbol en el centro de la plaza de la localidad por parte de los jóvenes, concretamente los quintos.
El final del invierno y el renacer cíclico del mundo vegetal se plasma en la mentalidad popular con la consumación de toda una serie de ritos y ceremonias encaminadas a propiciar la abundancia de las cosechas y el nacimiento de nuevas crías para la cabaña ganadera. Es por ello que en mayo, y en alguna ocasión en fechas más tardías que enlazan con el verano, en buena parte de Europa es costumbre festiva plantar un gran árbol en el centro de la plaza de la localidad por parte de los jóvenes, concretamente los quintos.
Siguiendo
nuestro camino de búsqueda de la esencia céltica que destila Soria,
y aprovechando la proximidad de la fecha, encontramos en muchos
pueblos de la provincia de Soria varios ejemplos de esta costumbre
ancestral en la que los mozos se las ingenian para adentrarse en el
bosque y seleccionarlo, cortarlo y pingarlo, para después danzar
alrededor de él, pedir regalos, compartir dulces, hacer hogueras
(mayoritariamente desaparecidas) y en algunos casos competir por
trepar a lo más alto del árbol, que se solía embadurnar de grasa
para hacerlo más costoso. Además, hay también localidades que
suelen cortar ramas verdes para colgarlas de sus casas y así propiciar la prosperidad de la familia o de la moza a la que se
quiere agasajar.
En
todos los paralelos encontrados, que
van desde desde Irlanda a los Pirineos, pasando por toda la Europa
central, Escandinavia e incluso algunos países eslavos, son
los más jóvenes los protagonistas de la festividad.
Así, en
Inglaterra, por ejemplo, durante el May
Day,
los más jóvenes van de casa en casa cada primero de mayo portando
ramas y flores, cantando y pidiendo regalos, decorando
el árbol seleccionado con
cintas de colores de diferentes longitudes que
cuelgan de lo más alto,
flores y
una
diversa vegetación,
en
torno al cuál ejecutan bailes ceremoniales.
En Francia, ha quedado vinculado a la
Reina Maya, una muchacha virgen que representa la primavera. También
en la región de Alsacia van muchachas
vestidas de blanco con un “árbol mayo” pequeño en sus manos,
adornado con cintas y guirnaldas, a
las que se acompaña de
casa en casa, cantando coplas y recibiendo obsequios.
En Suecia se celebra durante el solsticio de verano (Maj Stänger), colocándose “palos de Mayo” en las casas, normalmente de pino y adornados con flores y juguetes.
En Suecia se celebra durante el solsticio de verano (Maj Stänger), colocándose “palos de Mayo” en las casas, normalmente de pino y adornados con flores y juguetes.
En
la Lituania rusa, también
se plata un árbol verde a la entrada del pueblo, eligiendo a una
muchacha que es coronada con ramitas de abedul. Incluso
entre
los
gitanos de Transilvania y Rumania también
se
alza
un “arbol mayo”,
junto
al que las mujeres
embarazadas dejaban un vestido día y noche y si
a la mañana siguiente encontraban una hoja sobre el vestido, era
señal de buen parto. La
lista es interminable e imposible de cubrir en su totalidad, desde
Italia (Il Maggi), Bélgica (May
Boom), Alemania (Maibaum), República Checa (Májka
o Máj) Suiza, Eslovaquia, etc.
Junto
a la figura del árbol, en algunos casos además se acompañan de una
figura antropomorfa que representa a las fuerzas de la vegetación,
denominados en Alemania “Walber” en el norte de Baviera,
“hombrecito hoja” en Ruhla, ”rey de la hierba” en Grosvargul
(en Pascua de Pentecostés) y “Rey hoja” en Hildesheim
(Alemania); así como el “Jorge verde”en Carintia (al sur de
Austria), un gran pelele blanco que representa al invierno y que se
quema en mayo en Suiza, o bien la figura de un deshollinador
cubierto con hojas y hiedra en Inglaterra.
En
nuestra Península
Ibérica,
esta costumbre se extiende por Castilla y León, sobre todo cerca de
zonas boscosas, cubriendo principalmente las áreas de la Maragatería
y pueblos de la montaña leonesa, la Alta Sanabria zamorana, en la
comarca de La Armuña (Salamanca), Valladolid, donde destaca el
“mayo” de Iscar, los “mayos” palentinos, en Pinares y la
ribera del Duero burgalesa, Segovia (Fuentepelayo, Calabazas,
Fresneda y Mata de Cuéllar) y por supuesto en Soria donde
encontramos un gran número de ejemplos: San Leonardo, Cabrejas del
Pinar, Salduero, Covaleda, Molinos de Duero, Duruelo de la Sierra,
Navaleno, Valdeasvellano de Tera, Torlengua, Matamala, Espeja de San
Marcelino, Bayubas de Arriba, Vadillo, Talveila, Abejar, Deza,
Orillares, etc.
Aquí
también suelen hacer acto de presencia las
enramadas
que se colgaban de los balcones o ventanas junto a dulces y frutos,
muy
habituales antaño en
las fiestas de los pueblos de el valle de Yanguas, en el entorno de
San Pedro Manrique y en la propia capital soriana.
Móndidas de Sarnago (Soria)
Como
curiosidad, en Sarnago, nos encontramos la costumbre de la lucha
fingida entre los representantes de sus dos barrios durante la
celebración de la fiesta de las Móndidas (mayas, doncellas o puras), que consiste en
introducir un ramo (arbolillo, arbusto) por la ventana de la antigua
Casa Consistorial, con lo que se producen forcejeos y tirones hasta
que uno de los dos logra su fin. Igualmente, en la localidad
pinariega de Vinuesa, todavía hoy tiene lugar la batalla campal de
“La
Pinochada”
(mes de agosto), donde al igual que en San Pedro Manrique (en junio,
donde
se pinga un gran chopo),
las parejas realizaban cantos y danzas junto al “mayo”, llegando
a ser censurados y reprimidos por parte de las autoridades
eclesiásticas, quizás por el fervor que éstas alcanzaban, y
donde
además se celebraban matrimonios simbólicos en los que las mujeres
elegían a los que consideraban "los mejores" para ellas.
Del
mismo modo estarán presentes en muchas zonas de Aragón, en Navarra
y La Rioja, como el de Muro de Cameros, donde se danza alrededor de
un árbol que ha sido convenientemente engalanado con cintas de
colores y recortes de telas de los vestidos que se han hecho las
mozas para estrenar en las fiestas; en Galicia donde recibe el nombre
de “Festa dos Mayos”, Castilla- La Mancha, Andalucía y
Extremadura y en general a lo largo y ancho de nuestra piel de toro
bajo la advocación cristiana de la “Cruz de mayo”.
Danzas de Iruecha (Soria)
En cuanto a sus posibles orígenes y simbolismo, dada la coincidencia de su dispersión por la Europa indoeuropea, se ha sugerido su relación con el mundo céltico, para los que el árbol encerraba un claro simbolismo sagrado al ser la representación del axis mundi o pilar que une el cielo y la tierra, además de ser un elemento de la naturaleza que muere y renace. De hecho Prudencio en su obra Contra Símaco (II, 1005-1011) señala algunos cultos y rituales a los árboles que se mantenían entre los campesinos hispanos de la Antigüedad Tardía, los cuales tuvieron su continuidad en época visigoda, como así se denuncian en algunos concilios, siendo su popularidad la que ha hecho que perviva hasta nuestros días.
Como
árbol cósmico, es en él donde reside la inmortalidad que un buen
mozo aguerrido, cuan héroe solar, deberá conquistar trepando a lo
más alto para conseguir el premio allí colgado.
Así, el acto
de ascender para obtener una recompensa podría tener consonancia con
lo representado en algunos motivos de la iconografía celta europea,
así como con en muchos relatos de la mitología grecorromana y
oriental, donde el árbol de la vida está asociado a dragones o
seres con forma de serpiente a los que se tiene que enfrentar un
héroe para conquistar sus frutos y así renovar a las fuerzas
vitales de la naturaleza. Este gesto de “hombría“, bien pudiera
formar parte de un ritual de iniciación de los jóvenes en su paso a
la edad adulta, costumbre que a pesar de estar ya muy edulcorada y
transformada, se viene repitiendo desde tiempos muy lejanos, y si no
recordar aquellos jóvenes celtibéricos que ansiaban formar parte de
una cofradía guerrera.
Por
otra parte, en muchas tradiciones la imagen del sol está vinculada
también a la del árbol, pues se le representa como fruto del "Árbol
del Mundo", abandonando su árbol al comienzo de un nuevo ciclo
para volver a posarse en su copa al final del mismo, de modo que en
este caso, el "mayo" podría estar también simbolizando
la llegada de la "estación del sol".
Sin
duda, todo indica que estamos ante un tipo de ritual cuyos orígenes
se remontan a nuestra prehistoria más reciente, quizás coincidiendo
con la segunda festividad celta del año conocida como Beltane,
celebrada en la transición entre la primavera y el verano, estando
muy relacionada con la divinidad de carácter solar y protector
Belenos, Beli, Bilé, Bel y todas sus variantes, para la que se
levantaban hogueras a la vez que pingaban un árbol sagrado,
alrededor del cual se llevaban a cabo rituales destinados a propiciar
la fertilidad de los campos y del ganado.
En
un mundo en el que todo se parece cada vez más la cultura popular
nos puede ayudar a recordar nuestras raíces y aprender de sus
enseñanzas, además de ayudarnos a hacer piña en nuestros pueblos
alrededor de sus tradiciones. Desde aquí reivindicamos lo que
subyace de todas estas festividades, su concepción mágica y
simbólica, junto a la necesidad de su puesta en valor como verdadero
patrimonio inmaterial de nuestra tierra.
Mantenerlas,
llevar a cabo iniciativas para su recuperación allí donde cayeron
en el olvido y divulgarlas suponen su salvaguarda y con ella la de
nuestra identidad, además de la riqueza que puede generar como
atractivo turístico de unas poblaciones que se desangran
demográficamente.
Pinguemos los mayos, bendigamos los campos y bailemos al son de la primavera que pasa ligera, al revés del invierno que se nos hace eterno.
Pinguemos los mayos, bendigamos los campos y bailemos al son de la primavera que pasa ligera, al revés del invierno que se nos hace eterno.
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