EL LEGADO MATERIAL DE NUESTROS PASTORES

Colodra de pastor (Foto: Cándido Heras)
No sé si será por el tinte violeta que adquiere el campo por estas fechas o por los primeros susurros de viento que llegan desde la Idubeda (Sistema Ibérico), pero lo cierto es que septiembre es un mes de melancolía y anhelo. Es tiempo de despedidas, antaño la de nuestros pastores que partían a extremos y hogaño la de los nietos de la despoblación. Los pueblos se quedan vacíos, yermos, sólo hay silencio, recuerdos...

Ya sólo nos queda la vaga impresión difuminada de las andanzas de nuestros  pastores, su mera sombra, la de aquellos cuyas vidas difieren más con nuestro mundo que con el de de un celtíbero envuelto en su negra y áspera capa negra. 
Es por ello que haciendo el esfuerzo por no olvidar, desde aquí reivindicamos su legado, materializado a través de algunos de sus objetos elaborados en la soledad del campo, mientras se vigilaba el ganado o durante las largas estancias en “extremo”. 
Así, junto a las  tradicionales esquilas y cencerros de chapa de cobre con asa y badajo de madera, emisoras de ese sonido monótono y característico que permitía identificar cada rebaño, contamos básicamente con objetos manufacturados en astas o cuernos de buey y cabra, en su mayoría custodiados en algunos museos etnográficos de la provincia de Soria e incluso en el mismísimo Museo Numantino, haciendo honor a su gran valor. 
En dicho material, sobre todo se realizaron abundantes colodras o vasos para beber agua de los arroyos, leche fresca o vino, utensilios que llevaban los pastores colgados de un latiguillo situado en el cincho de suspensión de la mochila o zurrón. Solían presentar inscripciones, generalmente rodeando la base o la boca de la colodra, aludiendo a nombres y apellidos en letras mayúsculas relacionados con los autores de la manufactura o con sus propietarios, o bien indicando para qué iban a ser usados y su fecha de su realización.
Del mismo modo, se elaboraron otros recipientes más grandes, como los constatados en Pinares de Urbión para transportar ajos, sal y pimienta, llamando la atención los que servían de contenedor de la “miera” o aceite de enebro para curar la roña del ganado. 
También eran utilizados los cuernos para llamar al ganado o para la propia comunicación entre pastores, además de fabricarse silbatos y flautas de probada sonoridad musical.
Por otro lado, aparecen todo tipo de objetos cotidianos realizados con fragmentos de cuerna, como punzones, tenedores, espátulas, morteros o las cucharas que repartía el zagal a la hora de comer, habitualmente decoradas en la silueta del mango con motivos geométricos, básicamente semicírculos y triángulos.
A su vez, se conservan cajas joyero y de rapé confeccionadas con varias planchas de cuerna sobre la que se ponía una tapa articulada con una bisagra y un refuerzo de madera. Éstas solían estar profusamente decoradas “a punta de navaja” con diferentes motivos sagrados, entre los que predominan los de santos y vírgenes, además de temas propiciatorios, como el tantas veces repetido “corazón de la vida”, soles y lunas, un jarrón con flores acompañado a menudo del monograma de la salutación angélica: AM–, figuras mitológicas como una sirena, y otros muchos dibujos tomados de escudos, monedas y grabados.
Motivos decorativos: Animales, objetos cotidianos y sirena
Junto a ellos, fueron habituales motivos geométricos variados, entre los que predominan los círculos con cuatro o muchos radios, con una flor inscrita, reticulados, zig-zags y cenefas semicirculares, los cuales parecen retrotraernos a las decoraciones de las cerámica prehistórica.
Tampoco faltarían escenas cotidianas con animales (toros, perros, ovejas, gallinas, gallos, cabras, gatos, caballos; aves, serpientes, peces comadrejas, ciervos, liebres, zorros, mariposas, águilas y lagartijas), relativos al mundo vegetal (árboles y flores), objetos diversos (cachavas, guitarras, escopetas, cuchillos, etc.) e incluso escenas de ambientación pastoril, bélica o referidas a la consagración de un sacerdote.
Motivos decorativos: Jarrones con flores y “el corazón de la vida”
Por último, es conocida, en lo que a Soria se refiere, la existencia de otro tipo de decoraciones más difíciles de interpretar que posiblemente se acerquen al simbolismo de los exvotos, como el del hombre con sombrero y sin brazos; o los dos hombres, uno con una pierna en las manos y el otro llevando la cabeza en las manos.
Junto a estos objetos aparecerán otros muchos confeccionados en madera tallada a punta de navaja (platos, juegos, cuencos, etc.), piel curtida (botas de vino, pellejos de agua), así como algunas cantimploras de barro forradas de esparto, elementos efímeros llamados a desaparecer, como un día lo hicieron aquellos utensilios cotidianos empleados por nuestros antepasados más remotos y que nunca podremos conocer.

Sin duda, la vida pastoril fue el alma de las comunidades campesinas que habitaron en nuestro suelo desde tiempo inmemorial. Quién sabe si volverán los pastores a reunirse junto a la ermita de la Virgen de las Espinillas en Valdeavellano de Tera (Soria), a escasos metros de un castro de la Primera Edad del Hierro, uniendo así parte de su presente con su pasado, ya que el futuro se empeña en olvidar.
Quién sabe si volverán a buscar el amparo y refugio de devociones populares como san Caprasio, a quien se dedica en Suellacabras (Soria) una enigmática iglesia de origen posiblemente pagano y con claras connotaciones relacionadas con el pastoreo. 
Desde aquí damos punto final a este modesto escrito, sabedores de la infinidad de leyendas que se ocultan bajo sus piedras, como la relacionada con el propio diablo, quien adoptando forma de dragón llegó a perseguir al mismísimo apóstol Santiago, que acabaría refugiándose en este templo. Un dragón que hoy no es más que el mundo moderno impaciente por devorarlo todo.

Vistas de la Iglesia de san Caprasio en Suellacabras, Soria. (https://steemit.com/.../enigmas-de-castilla-soria-la-misteriosa-ermita-de-san-caprasio)

A ellos me encomiendo en la inclemente soledad del final del verano. A lo lejos aún puedo observar cómo se alzan algunas tainas y majadas vetustas que tímidamente siguen resistiendo a los envites del tiempo, aunque sabedoras de estar sentenciadas por las zarzas que las acechan, aquellas que ocultarán su ruina y alimentarán el escombro de esta tierra parda. 

Referencia bibliográfica:
BELLIDO BLANCO, A.; (2004): “Arte pastoril en Soria”. Revista de Folklore nº 281. Fundación Joaquín Díaz. Valladolid.

KELTIKA HISPANNA "Zurrón al hombro" Álbum: "Nekue Uertaunei" | 2016

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